"Explicar a los oprimidos la verdad sobre la situación es abrirles el camino de la revolución" León Trotsky

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Revista N°4 del FEL

Editorial

REVOLUCIÓN ÁRABE  –  INVASIÓN IMPERIALISTA Y GUERRA CIVIL EN LIBIA  –
BANCARROTA CAPITALISTA – AMENAZA NUCLEAR EN JAPÓn

DE LA SEGUNDA 
A LA TERCERA GUERRA MUNDIAL

A 9 años del estallido de la crisis del 30, se produjo la segunda guerra mundial
A 4 años del estallido de la crisis de 2007, los gobiernos ya hablan de la tercera

Hace 14 días, el ministro del interior de Italia, Roberto Maroni, fue entrevistado por el diario La Padania sobre qué política debía llevarse a cabo en los países del Magreb en los que se levantó el pueblo contra los regímenes gobernantes. El ministro dijo: “Una acción militar fuerte, en particular por parte de los Estados Unidos, no haría otra cosa que coaligar a los otros Estados árabes y las consecuencias serían devastadoras”. Su conclusión, en este punto, fue contundente: “una intervención militar (en Libia) significaría la Tercera Guerra Mundial” (La Prensa, 09/03). Por lo tanto, la bancarrota capitalista mundial plantea, según los propios voceros de la burguesía imperialista, la amenaza de hundir a la humanidad en la catástrofe. Plantea, una vez más, invasiones, guerra civil y revoluciones.

Hoy, 14 días después, la invasión imperialista en Libia ya está en curso y, si bien nadie utilizó su derecho a veto para no tensar la situación al extremo, los bandos ya están claramente delineados: de un lado los defensores de Kadafi entre los que están China, Rusia, Cuba, Venezuela y Bolivia y, del otro, los promotores de la invasión como EEUU y la Unión Europea. 

CON LA INVASIÓN A LIBIA, EL IMPERIALISMO CRUZÓ LA LÍNEA PORQUE NECESITA APLASTAR A LA REVOLUCIÓN ÁRABE

No es la primera vez que se dividen ni que se extorsionan mutuamente con una tercera guerra mundial. Ya Fidel Castro y Medvedev dijeron que estábamos ante la posibilidad de un holocausto nuclear y la tercera guerra mundial cuando era firme la posibilidad de una invasión a Irán y de guerra entre Corea del Norte y Corea del Sur. La diferencia con Libia es que, esta vez, el imperialismo decidió cruzar la línea e invadir porque necesitan defender sus semicolonias frente al impetuoso avance de la revolución árabe. El imperialismo yanki y europeo se animan a la guerra porque necesitan aplastar el accionar histórico independiente de las masas. Francia, España e Italia invaden porque necesitan disciplinar a sus ex colonias Túnez, Marruecos y la propia Libia, respectivamente. 

Temen que, como planteaba el Che Guevara, la resistencia insurgente y las rebeliones populares se transformen en una guerra civil continental contra el imperialismo y los gobiernos reaccionarios. El The Economist, la publicación por excelencia de la burguesía, trata de tranquilizarse y dice “Las revoluciones no tienen que ser como esas de Francia en 1789, Rusia en 1917 o en Irán en 1979. Las protestas que agitan el Medio Oriente tienen más en común con las revoluciones de color popular que cambiaron el mapa mundial en el último siglo XX: pacíficas (hasta que el gobierno se presentó con sus matones), populares (sin Robespierre o Trotsky manejando las cosas detrás de la escena) y seculares (el Islam apenas ha levantado cabeza)” (The Economist, 03/02/11). Repiten una y otra vez: no hay de qué preocuparse, la revolución árabe va a terminar con una contrarrevolución democrática pro-imperialista. No hay posibilidad de que la revolución árabe se transforme en una auténtica revolución socialista porque es “popular” (ahora no hay un Robespierre o un Trotsky manejando detrás de la escena, textual). De esta forma, la burguesía imperialista trata de usar para su tranquilidad una de las conclusiones fundamentales de la IV Internacional: “La crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de la dirección revolucionaria.” El The Economist repite: si no hay dirección revolucionaria, no hay revolución posible. Tiene razón, pero se equivoca. Sobreestima unilateralmente el valor subjetivo de la dirección reduciendo la revolución a un juego de conspiradores y subestima el peso objetivo de la bancarrota capitalista sobre millones de trabajadores.

La izquierda mundial, que reniega de la dictadura del proletariado y se regodea en el fondo del pantano centrista del anticapitalismo, tampoco visualiza el alcance histórico de la hora que estamos atravesando. Su concepción anti-catastrofista, absolutamente contraria al marxismo y prueba de una fe ciega en la fuerza del capitalismo, le impide intervenir en la crisis y la condena a la impotencia política y la disolución.

Sin embargo, frente a todos ellos, desde la Tendencia Piquetera Revolucionaria decimos: es cierto que hoy no existe un partido mundial de combate de la clase obrera, la IV Internacional, pero con nuestros escasos recursos y nuestra escasa capacidad nos proponemos ocupar ese vacío de dirección mundial. Nosotros, desde nuestra propia fundación, nos queremos hacer cargo. Quijotada ridícula para algunos, puede ser, pero tenemos la certeza de que el enorme impulso histórico generado por la bancarrota capitalista y las tareas democráticas pendientes son tan fuertes que es sólo una cuestión de tiempo para que de entre los mejores elementos de la clase obrera surja una nueva vanguardia revolucionaria.

Nuestro método, por lo tanto, no se trata de “esperar” a que se refunde la IV sino, por el contrario, de actuar ya mismo en nuestro propio país para que los levantamientos populares intervengan sobre la crisis política con premisas políticas y teóricas mundiales. Por eso peleamos por un segundo Argentinazo contra los K y la derecha sojera. Por eso en nuestra bandera flamea orgulloso el símbolo de la IV Internacional. Porque apostamos plenamente a la tesis leninista de que no puede haber una situación auténticamente revolucionaria en las colonias  y semicolonias sino se realiza como parte de un situación revolucionaria en sus propias metrópolis, y viceversa. Por eso apostamos firmemente a que la revolución trepe por la columna vertebral del imperialismo y la revolución árabe pase a la historia no sólo por mérito propio sino por ser el preludio y el detonante de la revolución europea.

Ser el batallón argentino y latinoamericano del ejército mundial del proletariado: en eso consta el internacionalismo proletario de la TPR y, desde allí, nos dirigimos al resto del mundo, no cómo una mera declamación, sino como una tarea práctica para intervenir con esa perspectiva histórica concreta en nuestro propio país y apoyar a los revolucionarios en el mundo entero.

El 24 de Marzo que nos propone el kirchnerismo no sólo se da a espaldas de la lucha por el juicio y castigo a los responsables de ayer y de hoy (impunidad del 95% de los milicos responsables del genocidio e impunidad para los asesinos de los compañeros que protagonizaron los últimos levantamiento populares) sino que también se da a espaldas de toda esta perspectiva histórica. El kirchnerismo sabe que no puede marchar en defensa de la revolución árabe. Sabe que es un gobierno que vino a cerrar el Argentinazo, que apoya al Estado de Israel, que apoya a Kadafi y que no toma ninguna medida concreta para repudiar la invasión imperialista al Líbano. Su pacifismo, tanto frente a la invasión imperialista como frente a la masacre de miles y miles trabajadores por orden de los “nac & pop” árabes, es en extremo reaccionario.

En contraposición directa, desde el Frente de Estudiantes en Lucha y la Tendencia Piquetera Revolucionaria llamamos a marchar con el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia y a llenar la Plaza de Mayo por el juicio y castigo a todos los culpables y por: ¡Abajo la invasión imperialista a Libia! ¡Le exigimos a Cristina la inmediata ruptura de relaciones diplomáticas y no al envío de tropas! ¡Fuera Kadafi! ¡Viva la revolución árabe!