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jueves, 11 de septiembre de 2014

[REVISTA DEL FEL N°11] EL PRIMER NARCO ES EL ESTADO - UNA POLÍTICA SOCIALISTA CONTRA LAS ADICCIONES

Berni quiere legalizar la marihuana y traer a la DEA a Argentina

EL PRIMER NARCO ES EL ESTADO

La reforma de Mujica no es para dar libertad individual sino para montar un gran negociado capitalista y judicializar a la juventud. Vamos por la despenalización, por la extinción progresiva del consumo, por el desmantelamiento de las redes del narcotráfico y del aparato represivo del Estado

TOMÁS PISERA

La legalización de la marihuana en Uruguay ha tenido un carácter y un objetivo muy claro: financiar el Estado capitalista en bancarrota a través de los impuestos a la producción y la comercialización de marihuana. El semanario inglés The Economist (21/09/2013) se ilusiona: “en el mejor escenario la ganancia fiscal por los impuestos sobre las ventas de cannabis podrían alcanzar los 900 millones de pounds [1500 millones de dólares]”. Este es el sentido que ha tenido la legalización en Uruguay. El apoyo por parte de Soros se explica porque es accionista de Monsanto y estaría interesado en desarrollar una marihuana transgénica en el país. Por su parte, el presidente de la Junta Nacional de Drogas, Diego Cánepa, declaró que “existe mucho interés en el desarrollo de una industria farmacéutica vinculada al cannabis” (EFE, 26/03). Se trata de un gran negociado capitalista motorizado por el propio Estado.
La legalización de Mujica no garantiza la “libertad individual”, persigue a los adictos, reprime a la juventud y destruye el sistema de salud

Como parte de la misma política, la ley de Mujica ordena la “internación forzada”. O sea que mientras les da a los capitalistas la libertad de lucrar, se arroga para el Estado la decisión de internar compulsivamente, sin ningún tipo de control por parte de las organizaciones de derechos humanos y de consumidores. Se trata de un proceso nefasto a través del cual pueden detener gente de manera discrecional, judicializar a las personas para mantenerlas dentro de los centros de internación y bloquear el ingreso de los adictos que quieran recuperarse voluntariamente. ¿Dónde quedó la “libertad individual” de la política de drogas de Mujica, de la que habla el PTS para apoyarla?

Berni quiere legalizar el narcotráfico y trae a la DEA a la Argentina

Berni ha apoyado la ley de Mujica, y repitiendo al narco Pablo Escobar, dice que “no hay posibilidades matemáticas de que la persecución policial le gane al narcotráfico” (La Nación, 18/2). El Secretario de Seguridad plantea despenalizar la producción y comercialización, o sea crear un marco para que los narcos puedan actuar legalmente. Es el funcionario de un gobierno acusado por encubrir a narcotraficantes como empleados en la Casa Rosada. Esto se combina con la penetración de la DEA (agencia “antidrogas” yanqui, en verdad organizadora del tráfico) y del FBI que ya se encuentran entrenando policías provinciales en todo el país. La designación del propio Berni fue saludada por el Departamento de Estado yanqui.

Una política socialista contra las adicciones

Cuando los capitalistas promueven la legalización de las drogas, buscan llevar la descomposición social a un nivel mayor para cobrar una tajada de este gran negociado. Los socialistas nos oponemos este negociado. Hay que entender que la “libertad individual” está condicionada por la lucha entre los partidos, las clases y los Estados: el planteo liberal del PTS se basa en que caracterizan que el consumo no es perjudicial y por eso son pro-consumo. Es necesario tener una política socialista contra las adicciones y la criminalización de los usuarios. Rechazamos y denunciamos fuertemente la represión estatal de los consumidores. Desde la sanción de la actual ley de drogas, en 1989, 400.000 jóvenes han sido víctimas de este sistema perverso. Proponemos despenalizar el consumo de la marihuana; prohibir la producción privada, la publicidad y la comercialización del alcohol y el tabaco; nacionalizar toda la industria de las adicciones por considerarlas un mecanismo aberrante de la clase dominante para generar entre los explotados el yugo de la dependencia física y luego embrutecerlos, enfermarlos y lucrar con ello (garantizando a los adictos el acceso recreativo en el marco de una política de reducción daños y extinción de su necesidad cultural); permitir la producción artesanal en instituciones estatales comunitarias para fines recreativos personales; utilizar las ganancias de la industria de las adicciones nacionalizada para impulsar una campaña publicitaria de desincentivo al consumo; combatir toda forma de auto-destrucción, neutralización y yugo que sufren las familias obreras y la juventud.

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